De la Exclusión a la Inclusión: La Historia de la Doble Nacionalidad en México.
Es 2024, y actualmente, cualquier persona nacida en el extranjero de al menos un padre o madre mexicano tiene el derecho de obtener la ciudadanía mexicana (doble nacionalidad, doble ciudadanía). Sin embargo, no siempre fue así.
La historia de la doble ciudadanía en México es un testimonio de cómo la nación ha evolucionado para adaptarse a un mundo más globalizado, donde las fronteras nacionales no definen completamente la identidad de una persona.
Hoy en día, la doble ciudadanía se ve como una oportunidad para fortalecer los lazos con los mexicanos en el extranjero, pero ¿cómo llegamos hasta aquí?
En este blog, exploraremos los momentos clave que dieron forma a la doble ciudadanía en México y cómo su legalización en 1998 transformó el panorama para millones de mexicanos.
Los primeros Años: Ciudadanía Única y Exclusión
A lo largo del siglo XX, México, al igual que muchos otros países, mantenía una política de nacionalidad única. La idea de tener más de una ciudadanía se percibía como un conflicto de lealtades y, a veces, incluso se veía con menosprecio, ya sabes, por el orgullo y todas esas cosas serias.
La Constitución de 1917, por ejemplo, era clara: un mexicano que optara por adquirir otra nacionalidad perdía automáticamente su ciudadanía mexicana.
Esta medida afectaba principalmente a aquellos que buscaban oportunidades fuera del país, particularmente en los Estados Unidos, donde la migración mexicana aumentó dramáticamente durante el siglo XX.
Esta ley en específico fue aprobada poco antes de que ocurriera la Revolución Mexicana, imagina cómo han cambiado las cosas desde entonces.
Muchos mexicanos que se naturalizaron ciudadanos estadounidenses con la esperanza de obtener mejores condiciones laborales y acceso a beneficios sociales terminaron perdiendo su nacionalidad mexicana, lo que les impedía regresar fácilmente o conservar ciertos derechos en su país de origen.
El Aumento de la Migración y la Necesidad de una Reforma
Con el crecimiento de la comunidad mexicana en los Estados Unidos en las décadas de 1960 y 1970, quedó claro que algo tenía que cambiar.
Millones de mexicanos que habían emigrado para trabajar y brindar un mejor futuro a sus familias se vieron obligados a renunciar a su herencia. La doble ciudadanía comenzó a verse no como una amenaza, sino como una herramienta para proteger y reconocer los derechos de los migrantes.
En la década de 1990, la presión aumentó. Figuras como el senador Carlos Laviada y el influyente político Porfirio Muñoz Ledo abogaron por una reforma constitucional que permitiera a los mexicanos conservar su nacionalidad al adquirir otra.
Ellos reconocieron que el país necesitaba modernizarse y adaptarse a la realidad de tener millones de ciudadanos viviendo en el extranjero.
Muñoz Ledo, en particular, argumentó que la doble ciudadanía no era una cuestión de deslealtad, sino de justicia y derechos humanos. Los mexicanos en el extranjero seguían siendo una parte vital de la nación, enviando remesas, manteniendo tradiciones y criando a las futuras generaciones de mexicoamericanos.
La Histórica Reforma de 1998
El gran cambio finalmente llegó en 1998. El Congreso mexicano aprobó una reforma al Artículo 30 de la Constitución, permitiendo a los mexicanos por nacimiento que adquirieran otra nacionalidad conservar su ciudadanía mexicana.